Estábamos en una conce acampados a la orilla del rio Umia cerca de Santiago. Y el díscolo vecino se levanta a las 9 de la mañana, después de la fiesta de víspera y nos despierta con sus preparativos. Abrimos la cremallera de la tienda y sacamos la cabeza a ras de suelo para mirarle y hacerle saber de manera sibilina que nos había despertado.
Le damos los buenos días y no contesta.
Yo tenía la rueda delantera de la GS-1200 delante de mis narices y estaba viendo como acababa de cargar todo su equipaje y se disponía a montarse en ella para arrancar sobre un suelo de tierra y hierba. Y estaba viendo que lo hacía sin quitar la pinza. Antes de que se subiera le recordé lo de la pinza y me dirigió una mirada displicente, que yo entendí como un "que te crees que yo soy tan idiota como tu".
Miré a mi MDR y nos reímos los dos, el "mueblevista" da un giro de 180 grados y con cara de "algo se me ha olvidado", se dirige hacia los váteres. Nosotros nos metimos para adentro pensando en dar otra cabezadita y cuando estábamos en ello oímos un hostiazo delante de la tienda, me asomo a toda leche y me veo al susodicho en el suelo con la moto y todo su equipaje encima.
En lo que tardé en ponerme un pantalón y salir ya había levantado la moto ayudado por el desnivel del terreno y le estaba quitando la pinza a la ruda.
No seáis mal pensados no me alegré del mal ajeno, pero si me reí en su cara al tiempo que le recordaba que le había avisado.


