Hola a todos.
Hoy hablaremos de ese fantasma que siempre está presente cada vez que subimos en la moto, incluso para ir a comprar el pan.
La Caída
Ninguno quiere hablar de ella. Todos la apartan de su mente y todos procuran olvidarla inmediatamente después de haber sufrido una. Algunos exortizan el aire con un gesto de dos dedos separados o tocando madera cuando la escuchan nombrar. La cuestión es que la caída está ahí, acechado al motorista permanentemente. No lo olvidemos. No nos engañemos: cuanto más conozcamos a nuestro enemigo, mejor podremos luchar contra él.
Bien. Ahora vamos a hablar sobre la caída. De antes de producirse, de durante los momentos en los que la sufrimos y de después de salir de ella.
Antes
Como norma inicial, como máxima que debemos de grabar en nuestro pensamiento, casi diría que en nuestro espíritu: No debemos dar nunca una caída por hecha hasta encontrarnos en el suelo, y aun así, estoy seguro de que todos habéis visto la secuencia de Márquez en Brno, al lunes siguiente del Gran Premio (18 agosto).
Pero hablemos primero de las caídas producidas por derrapadas o resbalones, y luego de las que provocamos nosotros mismos -como mal menor- para evitar el choque contra un coche o la salida fatal hacia un abismo.
Hay que luchar contra la caída, con la moto, con la gravedad con el asfalto, y no debemos entregarnos, rendirnos, y menos aun dejarnos atenazar por el pánico. Hay que pelear. Esa actitud combativa, aguerrida, que debe anidar siempre en el espíritu del motorista para enfrentarse a las hostilidades que muchas veces le plantea la carretera, tiene, con la presencia del fantasma de la caída, la oportunidad de mostrarse con toda su fuerza, con toda su garra, en toda su extensión. Con esa actitud combativa, no dudéis de que nos libraremos de más de un arrastrón.
Hablemos de cómo dirigir esa lucha. Pongamos que la curva en la que estamos es de izquierdas.
1.-Desliza la rueda trasera.
Debemos pisar con todas nuestras fuerzas la estribera derecha, incluso, si nos da tiempo, plantar el centro del pie sobre ella, encastrando el tacón, para hacer mejor palanca. Simultáneamente, debemos clavarle al depósito la rodilla del mismo lado. Por último y para poner un punto de apoyo a esa palanca, también debemos tirar del manillar. Los que no tenéis estribera, lógicamente, aplicadlo en la medida de lo posible sobre la plataforma, y si no tenéis depósito, pues ahí podréis ver una de las diferencias fundamentales entre scooter y moto, que tienen de por sí un artículo aparte.
Pisar muy fuerte, sobre todo, la estribera, meter la rodilla al depósito y tirar del manillar.
2.-Desliza la rueda delantera.
Si sentimos un vacío en el tren delantero, esa temerosa sensación de falta de apoyo que transmite el deslizamiento de la rueda, lo inmediato es tirar desesperadamente del manillar, como si tratáramos de levantar la moto. También pisaremos nuevamente la estribera derecha (se hace instintivamente como punto de apoyo para el tirón del manillar), pero sobre todo hay que hacer mucha fuerza tirando del manillar.
3.- Los vaivenes.
Hay veces que, después de sacar la moto del resbalón inicial, la desesperación con la que lo hemos hecho nos catapulta por ese exceso de fuerza hacia el interior de la curva y, probablemente, iniciaremos una serie de tumbos y bandazos, de vaivenes a izquierda y derecha, en los que tendremos que continuar luchando. No tiraremos la toalla hasta no volver a conseguir la completa estabilidad de la moto. Muchas veces hacemos lo más difícil, salvamos la caída de un lado y luego, por aflojar, por entregarnos, nos vamos fuera de la calzada o nos caemos hacia el otro.
Se produce la caída
Tal vez lo que describa a continuación pueda resultar un tanto crudo, o se puede entrever en la forma de hacerlo un trato excesivamente frío de situaciones que pueden acarrear consecuencias fatales. Es cierto: aunque sea natural para un servidor, el trato es aséptico, frío y crudamente realista. Pero precisamente lo es así para huir de la frivolidad y de la negligencia con que muchas veces se ignora. Sé de lo que hablo porque lo he presenciado demasiadas veces y, sobre todo, porque lo he sufrido en muchas ocasiones (me suelo caer una vez al año); por eso pienso que se debe tratar con una reflexiva naturalidad.
En principio, para saber cómo reaccionar y qué hacer cuando demos con nuestros huesos en el suelo, qué mejor lección que la que nos pueden dar los pilotos que vemos en la televisión. Observemos detenidamente cada caída que se produce en una carrera, sobre todo la de los participantes más experimentados.
Lo primero, lo principal y a veces lo único que se puede hacer es mantener los músculos en tensión, todo el cuerpo debe ser un resorte, convirtiendo piernas y brazos en auténticos amortiguadores. No podemos dejarnos voltear por la inercia como un ovillo por el gato, entregarnos a esa violencia como un saco de patatas dando volteretas porque nos romperemos bastantes más huesos.
1.- Si caemos con nuestro cuerpo resbalando.
Dependiendo de la velocidad:
Caída muy lenta, a unos 50. Intentaremos, en la medida de lo posible, incorporarnos para exponer al roce nuestra parte más mullida: El trasero.
Caída rápida, por encima de 100.
Procuraremos estirarnos para repartir el efecto de la abrasión a lo largo de todo el cuerpo, intentando (siempre dentro de toda la precariedad) llevar los pies por delante.
2.- Si al caernos nos desplazamos rodando por el asfalto.
Hay que tratar de resguardar de la violencia de cada giro nuestras partes más vulnerables y exponer la menor superficie posible de nuestro cuerpo dando vueltas sobre sí mismo.
Existe una imagen, que tal vez muchos recordéis como yo, que explica gráficamente a la perfección la postura de la que hablamos. Se veía a Sete Gibernau en Montmeló rodando sobre el asfalto como una croqueta a toda velocidad: con los hombros recogidos, los codos replegados sobre el vientre y las manos abiertas y cruzadas sobre el pecho.
3.- Si nos escupe la moto por arriba, si salimos por las orejas.
"High Side", así se conoce la que es sin duda la forma de caída más violenta. Se produce cuando la rueda trasera derrapa, se desplaza oblicuamente a la trayectoria de la moto buscando la perpendicular; hay un momento, más o menos próxima a ella, en el que el neumático vuelve a coger, agarra bruscamente y la moto se endereza con una súbita violencia, produciendo un terrible efecto de catapulta que nos lanza hacia arriba.
Lo cierto es que en estos casos poco podemos hacer, salvo mantener todo el cuerpo en tensión -como no me cansaré de repetir- esperando recibir el impacto contra el suelo, porque es una verdadera lotería la forma y la postura en la que vayamos a caer -en muchas ocasiones de espaldas-.
Si la sacudida no resultara excesivamente fuerte (algo más que un susto), debemos agarrar con fuerza el manillar para tratar de salvar la caída; pero si la moto nos lanza con verdadera virulencia, sinceramente, no sabría decir si es mejor soltarlo para evitar, en la medida de lo posible, que el impulso nos voltee y caigamos golpeándonos directamente la espalda. Al menos, cayendo de frente, tenemos una posibilidad. Pero estamos hablando de ello como si dispusiéramos de todo el tiempo que uno se toma para una decisión trascendental como la compra de un piso o tener un hijo. Desgraciadamente, no es así. Al menos sí tendremos tiempo -volvemos a lo mismo- de preparar el cuerpo como un resorte.
4.- Si provocamos la caída como mal menor.
En situaciones de extremo compromiso tomamos una decisión, instintiva en la mayoría de los casos, para evitar males mayores -como los de un choque o los de una salida hacia una zona comprometida- y nos vamos al suelo. No hay ninguna diferencia con la primera de las situaciones definidas: caemos resbalando, con la ventaja, si es que se le puede llamar así, de que en este caso sabemos con un poco más de anticipación que nos vamos a caer.
5.- Si chocamos.
Contra un muro, contra un camión o contra algo tan grande y sólido que no deje ni un resquicio a la escapatoria, poco o nada se puede hacer. Sin embargo, en la inmensa mayoría de las ocasiones el choque se producirá contra un coche, y, en ese caso podemos hacer algo, aunque poco, claro está, para tratar de minimizar sus consecuencias.
Cuando veamos que la colisión es inevitable, que vamos hacia el coche irremediablemente, hay que tratar de aprovechar el efecto de palanca que hace la moto sobre el eje delantero en el momento del impacto. Intentaremos potenciar con un impulso de las piernas ese efecto de catapulta que nos lanza hacia arriba para elevarnos por encima del coche (en estos casos, el efecto de palanca repercute con mucha más fuerza en el pasajero por ser más largo el brazo de la misma). Existe un punto, que dependiendo del tipo de moto puede frenar más, menos o nada este impulso: el manillar. Por eso, si tenemos un margen de tiempo, que normalmente hay el suficiente, nos echaremos unos centímetros hacia atrás y dejaremos el trasero un tanto elevado para tratar de que nuestras piernas lo salven en el impulso.
No doy esta explicación como una solución mágica. No lo es. Se trata simplemente de un mal menor; y si vamos convenientemente equipados, tenemos una posibilidad. Yo mismo he salido indemne de un par de accidentes de este tipo.
Como norma general para reaccionar en estas situaciones tenemos, como es lógico, que impedir que el pánico se apodere de nosotros. Para luchar contra él, contra el pánico, contamos con dos armas de inestimable valor. Una: la absoluta concentración que debemos de llevar puesta en lo que hacemos en esos momentos. Dos: el espíritu aguerrido y combativo que debe acompañarnos siempre para plantar cara a las dificultades.
Tras la caída
Haremos lo mismo que tras un buen susto: extraer de ella todo lo que tenga de instructivo. Efectivamente, ya que ha ocurrido, llevarnos la lección aprendida.
Hay muchas ocasiones en las que la moto patina sin que tengamos ni idea del porqué. Nos coge completamente desprevenidos y vamos a parar al suelo sin poder remediarlo. Muchas de esas veces, aún después de levantarnos (si es que salimos indemnes), no nos explicamos qué ha ocurrido. Es el momento de volver sobre nuestros pasos, si el tráfico lo permite, e ir al punto exacto donde se ha producido el resbalón para inspeccionar el piso detenidamente: pasando el pie sobre él, deslizando la suela, si es que a simple vista no descubrimos aún qué es lo que ha provocado el encontronazo contra el suelo. La humedad, el desgaste exagerado del asfalto, anticongelante, aceite… Hay elementos y sustancias que pasan desapercibidas a ese examen, a ese escaneo del hemos hablado en otro apartado. Por ejemplo: Hace un par de años, hicieron cerca de mi casa una rotonda nueva en la que ya me ha dio, al principio, dos buenos sustos la rueda delantera. Los dos patinazos de más de medio metro. Ocurrieron de noche y no conocí el porqué hasta algunos días después, cuando examinando de día el asfalto, me di cuenta que el carril de la calzada más próximo al bordillo estaba impregnado de una sustancia pegajosa. Era el polen que desprende el jardín que plantaron dentro del contorno de la glorieta.
También ese examen a pie nos enseña a escanear con mayor precisión el asfalto, una vez sufrida la caída -A la fuerza ahorcan-.
Si no encontramos la causa en el suelo, la buscaremos en nuestra moto, empezando por el estado de los neumáticos. Su presión de inflado, su desgaste, y tendremos en cuenta, también, si acabábamos de arrancar en el momento de caernos y por ello aún se hallaban fríos. Continuaremos por la horquilla y los amortiguadores -aunque una reacción anómala de los elementos de la suspensión cuando ya se hallan en mal estado no es repentina-.
En cuanto a los elementos que han concurrido en la caída y que ya no se pueden ver o repetir, haremos -como en el caso del susto- un repaso minucioso, no sólo de toda la secuencia, sino también de los momentos previos a la misma. Cuál era nuestro grado de concentración, de visibilidad, si hemos cometido alguna brusquedad o si tal vez conducíamos con un entusiasmo cegador.
La cuestión es que, de una manera o de otra, no debemos quedarnos sin saber qué circunstancias han concurrido para caernos. Y, aunque el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra, estoy seguro de que conocer las causas nos ayudará, y mucho, a que no se repita la caída, al menos, de la misma forma.
Os dejo que terminéis de asimilar todo lo explicado y después colocaré un vídeo de una caída, tan propia como reciente, como ejemplo para hacer ese análisis que, a la postre, es lo más positivo que nos podemos llevar tras la dura experiencia de una caída.
Gracias.
Tomás Pérez
12.- La Caída: Antes, durante y después
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12.- La Caída: Antes, durante y después
Última edición por moriwoki el 31 Ene 2015 10:24, editado 1 vez en total.
En la primera era de la humanidad superior se consideraba como la virtud más aristocrática la valentía; en la segunda, la justicia; en la tercera, la moderación; en la cuarta, la sabiduría. ¿En qué era vivimos nosotros? Friedrich Nietzsche
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Re: 12.- La Caída: Antes, durante y después
Me gusta lo que resaltas en muchos de tus artículos: "La actitud combativa y aguerrida que debe acompañar al espíritu motero"
Creo que ese estado de ánimo es vital cuando montamos en moto. Sin llegar a la violencia, claro.
Creo que ese estado de ánimo es vital cuando montamos en moto. Sin llegar a la violencia, claro.
HONDA NC-700-XA. BLANCA. ALIAS: NANCIX
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Re: 12.- La Caída: Antes, durante y después
Gracias Nacex. Pienso que eso hay que repetírselo a sí mismo siempre.
Bien, tampoco quiero dejar mucho espacio antes de colocar el vídeo de esa caída y el análisis con el fin de que se pueda ver y aprovechar mejor más adelante. De hecho, es posible que dentro de unos días lo incluya en la cabecera:
Quiero resaltar que por el hecho de que la caída se produzca dentro de un circuito no va a dejar de resultar aprovechable su análisis y conclusiones para la carretera. Ya sé que en la carretera es distinto, que es tan peligroso como que esta caída, en cualquier escenario público, no me hubiera dejado contarla después (se produce a unos 120-130). Pero es que cada vez que salgo de casa es con la consigna de que, en la calle, está prohibido caerse.
[BBvideo 560,340]http://www.youtube.com/watch?v=E7xlhwgYzGs[/BBvideo]
Se trata de una moto deportica de calle, matriculada, que viajó en el remolque con el nuemático impoluto, tanto es así, que le quitamos la parafina durante la primera vuelta. Se trataba de un neumático de circuito, pero homologado para circular por la calle. La cuestión es que rodamos unas dos horas y media. Me tocó la última tanda de 20 minutos al final de la tarde y el neumático de dio dos buenos avisos, dos derrapadas bien largas, una de cada lado; pero según mis cuentas, yo no me creía que un neumático que permite circular por la calle estuviera acabado en tan poquísimo tiempo de pista. El caso es que en la última vuelta, depués de pasar la bandera a cuadros, llegué a esa curva, en la que vuelta a vuelta iba abriendo gas cada vez más pronto y cada vez con más giro del puño (unos 180 CV). Hasta esa vuelta, que quise aprovechar experimentando, porque era la última. Cuatro curvas más y a casa.
Justo en la salida de ese viraje en bajada, el asfalto hace un pequeñisimo resalte que, yendo muy muy tumbado, llegas a apreciar. Justo al pasar por él, completamente tirado y con el gas abierto, el neumático trasero se escapó.
En cuanto me vi en el suelo, lo primero que hice es vigilar la moto y comprobar que iba deslizando por delante de mí. Normalmente, si derrapa de detrás, la moto va por delante y si es el delantero el que se escapa, la moto suele ir a tu lado o incluso delante. Insisto en que esto es normalmente.
Bien. En un primer momento viajé sentado sobre el asfalto, pero al sentir cómo subía de forma alarmantemente la temperatura en mi glúteo derecho (debido seguro a mi peso 105 kg, una persona mucho más liviana tal vez no se queme si se mantiene sentado); estiré el cuerpo, todo lo largo que soy, para tratar de repartir el rozamiento. Así deslicé, tumbado casi boca arriba sobre el asfalto, hasta alcanzar el piano (final del asfalto). En ese momento pensé que era menos arriesgado rodar por la grava que hundirme en ella, y di un impulso sobre la marcha con el codo para provocar ese efecto. Es posible que me equivocara y corriera más riesgos al impulsarme con el codo, riesgos de alguna fractura en ese brazo, la cuestión es que así fue como lo vi, pensando otra vez en mi peso.
Bien. Entré en la puzolana dando volteretas hasta que finalmente, después de escuchar la estridencia de todo un concierto de chinazos bajo el casco, me detuve sin más.
Por supuesto que mi reacción fue la de un cabreo supino, llamándome de todo menos bonito a mí mismo. Desde el momento en el que se escapó el neumático ya supe lo que había pasado, y tan sólo me bastó echar un vistazo a su estado para corroborarlo.
Conclusión, desde entonces me fío de las sensaciones y reacciones que me transmite la moto y dejo mis cuentas para comentar cuando me he bajado de ella.
Bien, tampoco quiero dejar mucho espacio antes de colocar el vídeo de esa caída y el análisis con el fin de que se pueda ver y aprovechar mejor más adelante. De hecho, es posible que dentro de unos días lo incluya en la cabecera:
Quiero resaltar que por el hecho de que la caída se produzca dentro de un circuito no va a dejar de resultar aprovechable su análisis y conclusiones para la carretera. Ya sé que en la carretera es distinto, que es tan peligroso como que esta caída, en cualquier escenario público, no me hubiera dejado contarla después (se produce a unos 120-130). Pero es que cada vez que salgo de casa es con la consigna de que, en la calle, está prohibido caerse.
[BBvideo 560,340]http://www.youtube.com/watch?v=E7xlhwgYzGs[/BBvideo]
Se trata de una moto deportica de calle, matriculada, que viajó en el remolque con el nuemático impoluto, tanto es así, que le quitamos la parafina durante la primera vuelta. Se trataba de un neumático de circuito, pero homologado para circular por la calle. La cuestión es que rodamos unas dos horas y media. Me tocó la última tanda de 20 minutos al final de la tarde y el neumático de dio dos buenos avisos, dos derrapadas bien largas, una de cada lado; pero según mis cuentas, yo no me creía que un neumático que permite circular por la calle estuviera acabado en tan poquísimo tiempo de pista. El caso es que en la última vuelta, depués de pasar la bandera a cuadros, llegué a esa curva, en la que vuelta a vuelta iba abriendo gas cada vez más pronto y cada vez con más giro del puño (unos 180 CV). Hasta esa vuelta, que quise aprovechar experimentando, porque era la última. Cuatro curvas más y a casa.
Justo en la salida de ese viraje en bajada, el asfalto hace un pequeñisimo resalte que, yendo muy muy tumbado, llegas a apreciar. Justo al pasar por él, completamente tirado y con el gas abierto, el neumático trasero se escapó.
En cuanto me vi en el suelo, lo primero que hice es vigilar la moto y comprobar que iba deslizando por delante de mí. Normalmente, si derrapa de detrás, la moto va por delante y si es el delantero el que se escapa, la moto suele ir a tu lado o incluso delante. Insisto en que esto es normalmente.
Bien. En un primer momento viajé sentado sobre el asfalto, pero al sentir cómo subía de forma alarmantemente la temperatura en mi glúteo derecho (debido seguro a mi peso 105 kg, una persona mucho más liviana tal vez no se queme si se mantiene sentado); estiré el cuerpo, todo lo largo que soy, para tratar de repartir el rozamiento. Así deslicé, tumbado casi boca arriba sobre el asfalto, hasta alcanzar el piano (final del asfalto). En ese momento pensé que era menos arriesgado rodar por la grava que hundirme en ella, y di un impulso sobre la marcha con el codo para provocar ese efecto. Es posible que me equivocara y corriera más riesgos al impulsarme con el codo, riesgos de alguna fractura en ese brazo, la cuestión es que así fue como lo vi, pensando otra vez en mi peso.
Bien. Entré en la puzolana dando volteretas hasta que finalmente, después de escuchar la estridencia de todo un concierto de chinazos bajo el casco, me detuve sin más.
Por supuesto que mi reacción fue la de un cabreo supino, llamándome de todo menos bonito a mí mismo. Desde el momento en el que se escapó el neumático ya supe lo que había pasado, y tan sólo me bastó echar un vistazo a su estado para corroborarlo.
Conclusión, desde entonces me fío de las sensaciones y reacciones que me transmite la moto y dejo mis cuentas para comentar cuando me he bajado de ella.
En la primera era de la humanidad superior se consideraba como la virtud más aristocrática la valentía; en la segunda, la justicia; en la tercera, la moderación; en la cuarta, la sabiduría. ¿En qué era vivimos nosotros? Friedrich Nietzsche
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Re: 12.- La Caída: Antes, durante y después
No voy a decir que me haya gustado leer esto, porque como bien dices es un fantasma que siempre está ahí, pero me ha parecido muy interesante.
Afortunadamente yo caídas sólo he tenido una, en la autoescuela y por culpa mía, pero sustos muchos (taxis, aceites, agua en marcas viales,...) y de lo que me he dado cuenta en todos ellos es de que aunque normalmente todo pasa en nada, da tiempo a pensar en muchas cosas ...... siempre y cuando no te pueda el pánico, claro.
Pongo como ejemplo la del aceite que decía. Fue en una rotonda, vi que llegaba a una parte un poco mojada y enderecé un poco la moto (que fue lo que me salvó a la postre). Lo que yo pensé que era agua, al final resultó ser aceite, y al pisarlo la moto entró en fase toro mecánico. Pues bien, en ese segundo o dos a los sumo que pasé intentando domarla, pensé en como controlarla, hacia donde ir para que la caída fuera lo menos dañina para la moto y para mi, e intentar alejarme de un paseante que estaba cerca para que no le salpicara nada. Al final salvé la caída, pero todavía no sé como. Eso que dices de no rendirse, supongo.
Y por poner otro ejemplo de lo contrario, en la del taxi que contaba en el capítulo de los coches sólo me concentré en la frenada. En ese hubo un momento en que me rendí porque vi que mi destino era la puerta del taxista hiciera lo que hiciese. No fue así por un pelo, pero no pensé en ningún momento en impulsos, palancas, ni nada de lo que cuentas. Por eso me ha parecido interesante el artículo de hoy. Sinceramente espero no tener más de estos pero sé que antes o después habrá otra igual, y en ese instante en el que se piensan muchas cosas lo mismo me acuerdo de esto
Afortunadamente yo caídas sólo he tenido una, en la autoescuela y por culpa mía, pero sustos muchos (taxis, aceites, agua en marcas viales,...) y de lo que me he dado cuenta en todos ellos es de que aunque normalmente todo pasa en nada, da tiempo a pensar en muchas cosas ...... siempre y cuando no te pueda el pánico, claro.
Pongo como ejemplo la del aceite que decía. Fue en una rotonda, vi que llegaba a una parte un poco mojada y enderecé un poco la moto (que fue lo que me salvó a la postre). Lo que yo pensé que era agua, al final resultó ser aceite, y al pisarlo la moto entró en fase toro mecánico. Pues bien, en ese segundo o dos a los sumo que pasé intentando domarla, pensé en como controlarla, hacia donde ir para que la caída fuera lo menos dañina para la moto y para mi, e intentar alejarme de un paseante que estaba cerca para que no le salpicara nada. Al final salvé la caída, pero todavía no sé como. Eso que dices de no rendirse, supongo.
Y por poner otro ejemplo de lo contrario, en la del taxi que contaba en el capítulo de los coches sólo me concentré en la frenada. En ese hubo un momento en que me rendí porque vi que mi destino era la puerta del taxista hiciera lo que hiciese. No fue así por un pelo, pero no pensé en ningún momento en impulsos, palancas, ni nada de lo que cuentas. Por eso me ha parecido interesante el artículo de hoy. Sinceramente espero no tener más de estos pero sé que antes o después habrá otra igual, y en ese instante en el que se piensan muchas cosas lo mismo me acuerdo de esto
NC700S-DCT Blanca con chuches varias <-- Caída en acto de servicio
NC750X-DCT Gris con chuches varias <--
NC750X-DCT Gris con chuches varias <--
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Re: 12.- La Caída: Antes, durante y después
Buenas Tomás, si no te importa tengo algunas dudas que me gustaría me aclarases. Tomando como ejemplo la primera premisa.moriwoki escribió:
Hablemos de cómo dirigir esa lucha. Pongamos que la curva en la que estamos es de izquierdas.
1.-Desliza la rueda trasera.
Debemos pisar con todas nuestras fuerzas la estribera derecha, incluso, si nos da tiempo, plantar el centro del pie sobre ella, encastrando el tacón, para hacer mejor palanca. Simultáneamente, debemos clavarle al depósito la rodilla del mismo lado. Por último y para poner un punto de apoyo a esa palanca, también debemos tirar del manillar. Los que no tenéis estribera, lógicamente, aplicadlo en la medida de lo posible sobre la plataforma, y si no tenéis depósito, pues ahí podréis ver una de las las causas nos ayudará, y mucho, a que no se repita la caída, al menos, de la misma forma.
Tomás Pérez
1. Pregunta. Clavar la rodilla derecha en el deposito. Se supone que ya la llevas clavadas porque es uno de los puntos de apoyo para tomar la curva a izquierdas, o no es así.
2. Pregunta. Tirar del manillar. Te refieres a girar el manillar hacia el lado de la curva en este caso izquierda para levanta la moto.
Muchas gracias por el esfuerzo que haces en aportar tu experiencia, tanto en el foro como en tus videos.
Recuerda buscar el punto de salidas y dar gas en cuanto sea posible.
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Re: RE: Re: 12.- La Caída: Antes, durante y después
Hombre, este señor hace mas de un año que no pone nada en el foro, así que no creó que te responda. Dejó sus "conocimientos" (mas te valía estar de acuerdo sino desvirtuabas sus post) y desapareció...
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Re: RE: Re: 12.- La Caída: Antes, durante y después
Si alguien puede decirme a que se refería también sería de gran ayuda.gelu1100 escribió:Hombre, este señor hace mas de un año que no pone nada en el foro, así que no creó que te responda. Dejó sus "conocimientos" (mas te valía estar de acuerdo sino desvirtuabas sus post) y desapareció...
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Gracias por la aclaración y perdón por el reflote.
Recuerda buscar el punto de salidas y dar gas en cuanto sea posible.