Una naked en un Circuito muy muy rápido

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moriwoki
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Una naked en un Circuito muy muy rápido

Mensaje por moriwoki »

Hola a todos.

Bueno, lo he estado pensando, porque este reportaje no es, en principio -insisto, en principio- de tanta utilidad como el anterior para vosotros, pero al final creo que puede serviros para daros una cuantas referencias.
Bien. Cuando no se ha entrado nunca en un circuito, todos los circuitos parecen iguales, es decir: rapidísimos. Sin embargo, no es así, hay bastante diferencia entre unos y otros. Hagamos una breve y previa clasificación para distinguirlos, dentro de los que tenemos en La Península.

1.- Circuitos de Supermotard. O también de karting, pero, ¡ojo!, karting de competición. Son muy lentos, reviradísimos y con una cuerda que rara vez pasa o llega a los 2 km. Ejemplo: FK-1, Kotarr o Mora de Ebro.

2.- Circuitos de velocidad "lentos". Por llamarlos de algún modo. Se trata de auténticas pistas de carreras de velocidad, homologadas para hacer en ella diversos campeonatos nacionales, incluso alguno internacional. Su cuerda no llega a los 4 km. Ejemplo: Albacete, Cartagena o Alcarrás.

3.- Circuitos "Mixtos". También por llamarlos de algún modo. Se trata de pistas de mayor entidad, con un trazado lento en algunos sectores y bastante rápido en otros. Ejemplo: Almería, Jerez, Cheste, Los Arcos.

4.- Circuitos muy rápidos. Tienen algún sector lento, pero otros que son los más rápidos y vertiginosos. Su cuerda es más o menos la misma que la de los anteriores. Ejemplos: Portimao, Montmeló y Motorland (no significa nada el orden).

La cuestión no es si vuestras motos pueden ofrecer una diversión electrizante en una pista como ésta, la cuestión es si lo puede hacer una naked potente, o muy potente, y de qué manera.

Bien, para este caso, repetí moto: la misma del reportaje anterior. Una moto realmente difícil de pilotar, y digo pilotar, que no conducir, porque se vuelve literalmente loca a partir de las 9.000 rpm. El tren delantero se afloja con mucha facilidad, se vuelve muy nerviosa, por lo que tienes que mantener la concentración en no perder la trayectoria, al mismo tiempo que la sujetas echando el cuerpo hacia adelante y apretando las piernas contra el depósito. Una moto que, si no estás atento, te puede buscar una seria complicación.
Os dejo con el reportaje.

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Vertiginosa Desnudez

Casi como una continuación de Novecento, casi como una apología, si se quiere, de la moto en su estado más puro, de la moto desnuda, he querido llevar a cabo otra pequeña experiencia y plasmarla en un texto para trasladar hasta el lector que posea una naked, el que esté valorando comprarse una o, ¿por qué no?, hasta el motorista en general, la idea de que con una de estas motos también se puede disfrutar, y mucho en un circuito rápido.
Vamos a ver si es verdad.

Sí, porque estaba claro, sin necesidad de echar mano de experiencias anteriores con distintos modelos desnudos que, en circuitos revirados y trabajosos, como puedan ser el de Albacete o el de Cartagena, una moto con manillar plano tiene mucho que decir. Pero ahora no se trataba de ver si en una pista muy rápida, si en el templo europeo de la velocidad que representa Motorland –con permiso de Muguelo-, el propietario corriente y moliente, el modesto motorista, cotidiano y todo uso, de una naked puede disfrutar en un trazado tan vertiginoso.

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Bien. Todo el mundo sabe, desde luego, que la moto ideal para una pista así es una deportiva, o, mejor aun, una moto de carreras, y que una naked, por muy Racing que sea su temperamento, guarda unas claras diferencias con cualquiera de las dos que, al menos, antes de subirse, se da por hecho que se pondrán de relieve a lo largo del trazado. Por eso, para hacer patente la diferencia y más drástico el contraste, me bajé en el box de una superdeportiva de las más radicales (la Panigale que aparece en la foto), con la que llevaba rodadas ya tres o cuatro tandas y que ya se había adaptado a mí casi como un guante.

Eso sí, me subí a la Brutale 800, que, a esas alturas de la película, me resultaba una vieja conocida, con más de 1500 kilómetros recorridos juntos, incluido el viaje de Novecento.

Bien. Puesta en marcha de inmediato. No merece la pena comentar demasiado la primera vuelta: no monté calentadores sobre los neumáticos y por lo tanto la usé para que las gomas cogiesen temperatura hasta que pasé por la recta de meta, ya con el gas al máximo en cuarta y casi quinta, y me dispuse a apurar la imponente frenada que sirve de antesala a la curva 1.

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Levantar la pared que presenta al viento el cuerpo erguido, más erguido aun en una naked, de un tipo con 1,91, deja sentir su efecto de inmediato. Lo cierto es que la moto se queda seca, como quien dice, en el primer impacto. Después la tarea de sujetarse durante el resto de la deceleración resulta algo más sencilla por elevar el tronco casi vertical y por el apoyo extra que puede brindar el manillar plano; sin embargo, concentro todo el esfuerzo de sujeción en las piernas para llevar la dirección de la moto lo más libre posible; y así, a la hora de girarla, de tirarla a por la curva, gano aun más agilidad de la que ya me da de por sí el brazo de palanca que ofrece el manillar.

La curva 1 es un codo, por lo que, haciendo una trazada en pico, estoy muy poco tiempo inclinado y enseguida abro gas, todo el gas, levantando la moto para hacer el cambio de dirección y entrar de seguido en la curva 2. Es un placer de dioses sentir ese vaivén, la moto tumbada a la izquierda y de repente a la derecha, con un golpe de contramanillar en plena aceleración. La electricidad empieza a sacudirme el espinazo y me guardo en el bolsillo un margen de trazada esperando el ápice escondido de la curva hasta que, finalmente, aparece. Cuando me dejo caer a por él, me siento un tanto extraño sobre el manillar plano, apuntando el codo hacia el piano interior y alargando el cuello para colocar la cabeza. No es que resulte una postura forzada, en absoluto, pero sí es verdad que no me encuentro de la forma más natural. En cualquier caso, tengo la impresión de que es cuestión de hacer unas cuantas tandas y de que tratándose de tu propia moto, a la que ya te has adaptado sobradamente, esa postura se hace más cotidiana.

La curva 3, ciega y en subida, con los 125 Cv de la Brutale 800, se presenta como un paso de fe, un viraje a tope –o casi a tope para un paquete como yo- desde que se intuye el ápice y no se ve la salida. El paso por el punto medio crea una breve sensación de vértigo que retiene la respiración, contrae el estómago y vuelve a soltar un latigazo eléctrico en la espalda que se prolonga hasta un breve escalofrío durante la escalada a fondo hasta la curva 4. Allí no puedo evitar sacudir el lomo, como un perro recién bañado, de pura excitación. El paso de este suave viraje con el gas a tope en cuarta, aunque con el motor sólo un poco por encima del régimen medio, desemboca en la antesala de la curva 5.

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Allí alcanzo un momento en el que la naked cobra una dimensión especial sobre la pista. Quito dos marchas rápidamente, una y dos, y los tres escapes en vertical lanzan un aullido con cada una que suenan como dos zarpados al viento, mientras que la rueda trasera se cruza levemente en cada reducción.

Es uno de esos momentos sublimes en los que uno siente la pasión por el motociclismo con toda su intensidad. Uno de esos momentos que justifican, que dan sentido a esta adicción que tantos sufrimos, que tantos disfrutamos.

Confieso que siento la tentación de atravesar completamente la moto y tirarla a por el viraje al más puro estilo supermotard, pero tengo que confesar, también, que no me atrevo, que no me siento con recursos porque, por más que lo he intentado hasta ahora, he sido incapaz de aplicar de verdad la conducción off road al asfalto –seguimos en ello-. Sin embargo, no tengo la menor duda de que cualquiera que practique mínimamente esta versión de la velocidad en saló que es el supermotard se marcará una cruzada espectacular con una naked en el vestíbulo de esta curva 5. Una curva que da mucho de sí, cuando uno pretende explicar cómo se siente una naked sobre una pista de velocidad.

Sí, porque a la hora de tirar la moto rápidamente y, en el caso de la curva 5, hacer una inclinada al límite, el vértigo se deja sentir de una forma más acusada que sobre una moto deportiva o una de carreras. Con una deportiva, y más aun, con una moto de carreras, la inclinada en la curva 5 será más pronunciada que con una naked, aunque sólo sea por una mera cuestión de distancia libre al suelo. Sin embargo, la sensación de vértigo es mayor conduciendo un manillar plano, como así me llegó después de cambiar la Ducati que estaba probando por la Brutale 800. La razón es que, aunque el ángulo sea más cerrado con la erre o con la de circuito, el arco descrito por nuestra cabeza sobre la naked es más amplio, y el recorrido que hace el cerebro, y con él, el laberinto del oído, es más largo haciendo la inclinada, prácticamente, en el mismo tiempo.
Por eso, a la hora de abrir el gas con ganas, confiando en el control de tracción, se siente una cierta ingravidez, sobre todo cuanto te apartas de la moto, dejando el cuerpo abajo para ir levantándola mientras la deslizadera aún está en contacto con el asfalto. Ese temor se mitiga en buena parte pisando la estribera derecha (exterior) y afianzando la rodilla del mismo lado contra el depósito. Es como agarrarse a la barra del carrito en la bajada de una montaña rusa.

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Gas a fondo, fondo, y otra vez la electricidad deja una nueva sacudida a lo largo de la espalda cuando hago el cambio de dirección con la moto escalando a media inclinada por el viraje 6, una curva que ignoras mentalmente porque clavas, literalmente, la atención sobre la entrada de la curva 7.
Antes de entrar en ella, abro y abro la trazada, y retraso la entrada todo lo que me permite mi instinto de supervivencia, incluso hasta tener la impresión de haberme pasado. Entonces llega uno de los momentos más esforzados sobre esta pista de Motorland, porque ya con la deportiva había tenido dificultades para meterla hasta la cocina de esta curva. Hay que ser perseverante mientras la moto va inclinando, hay que insistir tirando de ella con ganas para llevarla a tocar el piano interior por el vértice (el punto más cerrado). Con la naked, la ayuda que ofrece esa palanca del manillar plano resulta inestimable, qué duda cabe, pero no basta, y necesito echar mano de un controvertido recurso para forzar el contramanillar. Así es cómo piso la estribera derecha (interior) para guiar la rueda delantera hacia el ápice, sin dejarme ni un centímetro de asfalto en la trazada. Sin embargo, esta curva es ciertamente correosa, no se deja dominar, y a la salida continúa exigiéndome, no me deja desatar la pasión que, como una fiera enjaulada, retengo dentro. Abro gas, sí, pero no puedo hacerlo del todo, y a pesar de ello, tengo dificultades para mantener la moto sobre la pista, a pesar de descolgar todo el tronco, el codo y la cabeza hacia el interior, la trazada se abre y la moto sube por el piano, con la rueda a punto de pisar, aún inclinada, la franja de césped artificial. Siento botar mi cabeza con el traqueteo del suelo dentado, y cada golpe me llega a la moral como una reprimenda por lo malo que soy.

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La pequeña recta que media entre las curvas 7 y 8 es el punto más alto del circuito y tiene un perfil convexo, una pequeña chepa en el trazado sobre la que sientes, con la aceleración máxima de la moto, que te catapultas hacia el vacío, porque la continuación queda oculta, incluso con la perspectiva, superior en unos centímetros, de una naked.

En la curva 8 la gravedad te precipita hacia uno de los pasos más carismáticos de Motorland. Recuerdo perfectamente lo que acabo de comentar a la entrada de la curva 5; a pesar de ello, al dejarme caer por el viraje 8, cambio la mentalidad velocista pura por la del motocross. Sí, si no fuera por los pies algo más retrasados, podía sentir la Brutale 800 como una MX y así corto la cruva 8 por el interior y clavo la mirada enfrente y abajo, justo en la salida del viraje 9. El Sacacorchos Español. Allí veo en mi imaginación un peralte hacia el que tirarme, un talud en el que apoyarme. Desde unos pocos metros atrás, he dejado de emular a Lorenzo, a Rossi o a Márquez y he pensado en Desalles, Herlings o Cervantes para apoyarme sobre ese peralte y salir, lanzado por el rebote de las suspensiones, hacia la vertiginosa bajada de la curva 10.

Y, sí, llego por fin a la curva 10. ¡Ay la curva 10!
Recordaba la pequeña charla que tuve con Carlos Checa sobre esta maravilla de curva.

Lo recordaba antes de entrar en pista y luego, por supuesto, vuelvo a recordar algún detalle al deslizarme por el tobogán curvo que dibuja sobre el suelo aragonés. Ver cómo va abrazándote la trazada a medida que vas bajando, sentir cómo se inclina la moto paulatinamente hasta que por fin, cuando las marcas negras confluyen en el ápice, sientes el asfalto pasar a toda velocidad justo debajo de la cara y abres el gas a fondo, fondo. Allí la electricidad es el chorro que te alcanza desde una catenaria de alta tensión. Siento todo el cuerpo al momento como el de un gato erizado por su felina adrenalina.

Éste es quizá el punto del circuito (aunque tal vez la telemetría de algún equipo diga otra cosa) en el que se va más rápido y más cerca del suelo, al mismo tiempo. Por lo menos, así se siente.

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Entonces, no sé por qué, suena en mi cabeza una canción bestial. Es Rock and roll de Led Zeppelin. Y el motor aúlla de rabia a no sé cuántas mil rpm, mientras intento esconder la cara tras los relojes en el tránsito a fondo hacia la curva 11. Paso a cuarta en un par de milisegundos, con el gas clavado al máximo. El diafragma se comprime bajo los pulmones y la fuerza centrífuga te quiere mandar fuera del recinto, a la carretera nacional. La moto se endereza, aunque no llega aún a la vertical, y se siente el viento tirando con rabia de los hombros. Voy realmente de prisa, y no puedo evitar mirar de reojo hacia abajo, al marcador. La cifra me sorprende y me sobrecoge a la vez.

¡205 por hora! Agarrado al manillar de la naked y todavía inclinado. Increíble el empuje del tricilíndrico de Varese; y eso que quedan algunos metros más de aceleración en los que, claro, ya no puedo mirar los dígitos, porque debo mantener la máxima concentración en lo que sobreviene, en ese punto ciego que se echa encima. Debo de estar muy atento a los carteles de distancia, la única referencia para no pasarme en la curva 12, un codo con una frenada en bajada muy exigente, quitando marchas. Aquí, un momento de distracción…

Un momento de distracción, ¿verdad? Sí, debo de confesar al lector que alguna vuelta después me recreé demasiado mirando al velocímetro en ese punto tan rápido. Una décima más de la cuenta y terminé echando mano de las medidas de seguridad de este soberbio circuito, saliéndome recto en una pasada de frenada para utilizar el camino de asfalto, que previamente nos habían mostrado en el briefing, para volver a la pista después de la curva 13. Sólo caben alabanzas para esta forma de hacer las cosas.

Ajusto la frenada, esta vez, más o menos bien para mi ritmo de paquete mirando los hectómetros: 150, 100…, porque, si veo aparecer el piano por la derecha aún con el gas abierto, ya es demasiado tarde para mí. El aullido del tricilíndrico vuelve a lanzar dos zarpazos al aire, con una excitación que me recorre las fibras y aprieta mis maltrechos dientes de cincuentón. Llego a la antesala de la curva 13. En este punto tengo que creerme que entro en el viraje, porque el trazado y el perfil de esta curva aparentan lo contrario, te engañan, mostrando la puerta sólo entreabierta, cuando en realidad te acoge a la salida con una sobrada amplitud; sobrada porque tienes que recortarla para apuntar con el gas a fondo hacia el siguiente paso.

Pero, me he adelantado, volvamos atrás, cuando estaba a punto de tirarme a la curva 12. Sí, porque es una curva de decisión, donde giro el manillar a la contra con determinación y tiro la Brutale, arrastrándola, además con el brazo derecho (exterior) alargado sobre el depósito. La moto gira al instante y toca el pico ya con el gas abierto, para terminar de girarlo a fondo y recortar la salida, como he descrito, poniendo el punto de mira en el parte interior que deja ver el viraje 13. La Curva del Muro.

Con el motor rabiando en segunda, cambio a tercera llevando la moto ya inclinada, con un ángulo sobrado, antes de entrar propiamente en la curva 13. Allí cambio a tercera para llevar el trabajo ya hecho cuando me acerco poco a poco al piano interior mientras que el viraje se va desvelando como un pequeño misterio oculto tras la pendiente. Finalmente, la curva se revela como un paso muy rápido -no sabría decir si más que la 10- con el gas a fondo por el vértice. Una trazada completamente secante, que corta la curva, segándola para producir un efecto curioso, de pura aceleración cuando te das cuenta de que alcanzas la máxima inclinación una vez pasado el punto más cerrado de la curva, prácticamente, en la salida, para lanzarte, afianzado a ese manillar plano y con la cara tras los relojes, a tumba abierta a por la chicane que se oculta tras la bajada, ciega una vez más, que se presenta a continuación.

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La primera variante de la chicane (curva 14) se muestra digamos que con una mayor nobleza de lo que presagiaba esa bajada convexa, no tan traicionera, pero no por ello menos exigente. El contraperalte me lleva, nuevamente, a aplicar una mentalidad de cross sobre el manillar plano y tirar la moto al interior; aunque abro igualmente la pierna derecha y apunto al suelo con el codo del mismo lado. Una vez que toco el ápice, todo es dejar caer la moto por la pendiente, para hacer un golpe de abanico con ella y cambiarla de dirección en busca del ápice de la segunda variante; aunque en realidad tengo puesto el punto de mira unos metros más allá, en el piano exterior para hacer un peralte muy semejante al del Sacacorchos. Allí apoyo la moto para catapultarla ya fuera del viraje acelerando a fondo.
Alzo la mirada, y se despliega delante de mi, perdiéndose allí abajo, casi en Alcañiz, la pista T-4 de Barajas.

Tercera, cuarta, y, no sé por qué, otra vez estallan las notas del rock dentro de mi cabeza para recorrer todo mi cuerpo. Ahora es la segunda parte de Campanadas del Infierno, de AC/DC. Quinta, y el viento tira y tira de mis trapecios con ganas. Cuando acaba de estirarse la marcha, siento cómo cada nota del punteo de Angus John se clava en mis escápulas y parece que me van a arrancar los brazos enteros, hasta que por fin paso a sexta manteniendo el cuello como un Vitorino embistiendo al caballo del picador. 225, 230, 235 y veo 238... Hubo más, pero otra vez no puedo verlo porque debo de clavar la atención en el final.

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Corto, quito dos, pam, pam, y me tiro a bocajarro a por la última curva, la 16.
¿A bocajarro, he dicho? ¿A bocajarro? ¡Pero dónde vas, Tomás!, ¿acaso pretendes engañar al lector?
Bueno, sí es verdad que me tiro, pero no aguanto, como me ha indicado antes Isma (Bonilla). No aguanto hasta irme prácticamente por la zona sucia de la curva, hasta tener la impresión de que me he pasado, para trazar desde allí una línea parabólica que se va cerrando poco a poco la trayectoria hacia el pico que marca el comienzo de la recta de meta. Es de esas curvas en las que tienes que ver la segunda mitad del trazado con la memoria; no recordarlo, no, sino visualizarlo en la mente con la fotografía cerebral que has hecho en vueltas anteriores. empalmando esa imagen con la que alcanzas a ver con la mirada
Claro, por algo mi amigo Ismael Bonilla fue Campeón de España y nada menos que llegó a puntuar en el Mundial de dos y medio.

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Así es que, ¡qué va!, hago una trazada de gallina por el medio de la pista; ni chicha ni “limoná”, aguantando, desorientado en medio de ese inmenso viraje, la aparición del pico, la curva 17. Aun a pesar de ejecutar como un paquete estas dos últimas curvas rapidísimas, que se perciben como una sola, disfruto como un niño muy grande. Sí, porque al llegar a ese pico, me dejo todo por el suelo y abro el gas sin contemplaciones, aunque aún permanezca oculto el horizonte, y cuando no se ve absolutamente nada de lo que está por venir, siento cómo la Brutale me catapulta hacia la estratosfera. Es sencillamente apasionante, un momento sublime en el que suena dentro de mí el arranque brutal de You Could Be Mine Gungs N´ Rouses, pura aceleración musical para entrar de nuevo en la recta de meta.
Creo que el día que no sienta deseos de gritar en ese trance será, sencillamente, porque estaré muerto.

¿Se puede disfrutar con una naked en una pista verdaderamente rápida?

Ya me dirá el lector. En cualquier caso, me gusta Motorland. Sí, ¡me apasiona Motorland!

Tomás Pérez
Última edición por moriwoki el 24 Nov 2014 20:13, editado 2 veces en total.
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Re: 19.- Una Naked en un circuito muy muy Rápido

Mensaje por Number »

Leyendote, me atrevo a afirmar que disfrutaste como un enano!!!

P.d.: por cierto, me voy a empezar a preocupar... cuando el duende "R" se apodera de mi a lomos de la Integra, curiosamente Axe Rose y su banda aporrean mis sienes con la misma tonadilla...

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Re: 19.- Una Naked en un circuito muy muy Rápido

Mensaje por moriwoki »

Number escribió:Leyendote, me atrevo a afirmar que disfrutaste como un enano!!!

P.d.: por cierto, me voy a empezar a preocupar... cuando el duende "R" se apodera de mi a lomos de la Integra, curiosamente Axe Rose y su banda aporrean mis sienes con la misma tonadilla...

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Jajajajaaja. Hubiera disfrutado más con la BMW S 1000 R, que he mencionado. Una moto mucho más asentada, con un aplomo mucho más claro en los tramos más rápidos, a pesar de rozar más fácil las estriberas. Habrá ocasión la temporada que viene.

Lo comento muchas veces, y ahora que estoy colaborando con un grupo de rock, más aun:
Las motos y el rock, el rock y las motos, dos sentimientos que viajan en paralelo, si es que en el fondo no son la misma cosa.

Es fantástico que suenen canciones así en tu cabeza, en la circunstancia que sea, es el síntomas más evidente de que uno está bien vivo.

Un saludo.
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Re: 19.- Una Naked en un circuito muy muy Rápido

Mensaje por yatval »

Es curioso lo de la música. Yo que suelo correr enganchado al ipod en modo aleatorio, cuando salta alguna canción de los gun's, acdc, rainbow y similares, aumento el ritmo inconscientemente. Me doy cuenta cuando acaba la canción y llevo las piernas dobladas (memeo)

Me ha gustado el artículo moriwoki, aunque como dices al principio, no es para mi. En esto de las motos, yo soy más de paseando a miss Daisy :mrgreen:
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Re: 19.- Una Naked en un circuito muy muy Rápido

Mensaje por moriwoki »

yatval escribió:Es curioso lo de la música. Yo que suelo correr enganchado al ipod en modo aleatorio, cuando salta alguna canción de los gun's, acdc, rainbow y similares, aumento el ritmo inconscientemente. Me doy cuenta cuando acaba la canción y llevo las piernas dobladas (memeo)

Me ha gustado el artículo moriwoki, aunque como dices al principio, no es para mi. En esto de las motos, yo soy más de paseando a miss Daisy :mrgreen:
Al final voy a tener que hablar también de correr, técnicas de fondo y demás. Jajajajaja.
Bueno. Allá va.
Cuando preparas el maratón, una de las claves fundamentales es la de memorizar, interiorizar, un ritmo propio de maratón, que suele ser, más o menos, el justo que te deja hablar mientras que vas corriendo. Una prueba de fuego para mantener ese ritmo es escuchar en los auriculares temas, por ejemplo, de ACDC, Deep Purple y otros, y ser capaz de sujetar el ímpetu, controlar las piernas para mantener exactamente ese ritmo de maratón.

Yo llevo música como ésa mientras corro, y alguna otra diferente. Lo que hago cuando suena algún tema de rock es coger un embrague ficticio, embragar, dejando las piernas corriendo al mismo ritmo y dejando, también, la cabeza, el corazón y espíritu que galopen al ritmo del rock. Si no, no se podría entrenar, todos los días que saliese: Reventado, y una semana de por medio para recuperar los músculos. Jajajajajaja.

Me alegro mucho de que te haya gustado el artículo.
Un saludo.
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Re: 19.- Una Naked en un circuito muy muy Rápido

Mensaje por yatval »

:D Mira que yo tengo el culo pelado de correr. Llevo en ello más de 20 años, y aunque maratones sólo he corrido una (lo suficiente para poner la marca y darme cuenta de que no es mi distancia), medias maratones y carreras menores hago varias todos los años. Aún así, si la canción me motiva, hay veces que soy incapaz de controlarme. A veces hasta me acaba faltando aire por la voy cantando o tarareando según corro. Tiene que ver mucho con el estado de ánimo del momento, todo hay que decirlo.

Y no sigo que no quiero desvirtuar tu hilo.
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Kukin
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Re: 19.- Una Naked en un circuito muy muy Rápido

Mensaje por Kukin »

creo que el tema es más adecuado para "competición" ...te lo muevo allí.

Un saludo
de una INTEGRA a una X DCT...una triumph y ahora una Ducati 950..

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